Despertar...
Sentir la cama fría por la ausencia.
Tomar fuerzas y levantarse.
Caminar y ver en el espejo lo que parece un saco de sueños rotos, sonrisa fingida y falsas esperanzas de que el día sea mejor que el anterior.
Desayunar para llenar el vacío.
Tomar una ducha para lavar el espíritu.
Secar las lágrimas y vestir al corazón, ponerle máscara y disfraz.
Salir a la calle como autómata llegar al destino.
Sentarse frente a una máquina durante 8 horas, 8 horas de pretender no pensar.
Fracaso, ensayo, error, éxito, comer, llamar, cigarro, hasta mañana.
Camino de regreso a casa, pensando
Llegar a casa a la letárgica realidad.
Dormir esperando no despertar sola y que la rutina se vea quebrada el golpe de la espontaneidad y la sorpresa
miércoles, 23 de marzo de 2011
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